Un viejo desnudo

Ayer en la tarde, cruzando Pelayo entre una inmensa multitud, me encontré de frente, en medio de la masa que venía, a un viejo completamente desnudo caminando tranquilamente. No sobra decir que es impactante, máxime reconociendo la longevidad (no puedo pensar en otra palabra) de su miembro viril, acompañado por el aire atrevidamente tranquilo en el que transcurría su andar. Ya María me había comentado que lo había visto, y pensé en que sería algún loco sin mayor envergadura (nunca mejor utilizada la palabra), y que ya debía estar bajo cuidado de algún centro de detención o, por lo menos, bajo el amparo de unos pantalones y una camisa veraniega. Al terminar de cruzar la calle, me di cuenta de que el viejo no había alcanzado a cruzarla, y estaba esperando entonces a que el semáforo se pusiera en rojo. Todos alrededor reaccionaban de la misma manera: desde aquél que busca la cámara escondida, aquél que espera la intervención de la policía, o incluso cualquier otro que aplaude la actitud libertina y liberadora.
Como era de esperarse, lo busqué por google, y encontré una noticia acerca de un viejo que camina las calles de Barcelona completamente desnudo, con su área púbica tatuada en azul. Recordé entonces que al voltear mi cabeza, lo vi completamente de espaldas, y un tatuaje hacía las veces de pantaloneta, y ese culo feliz al aire libre, respingado en actitud completamente heróica y festiva. El hombre se llama Esteban, y si bien la policía lo ha interceptado un par de veces, no hay ley o normativa urbana que prohiba caminar desnudo por las calles del centro. Los mossos, entonces, intentan lo que se pensaría normal: le dicen que por qué no se viste, que use algo de ropa, nada más que eso. El viejo está cuerdo: es una actitud, como él mismo lo dice, que intenta reivindicar el desnudo de manera natural, la libertad que siempre lo ha caracterizado. Comprende el malestar de los demás, pero él mismo está tranquilo. La noticia es de octubre del año pasado.
Lo que para mí había sido leyenda urbana cobró una dimensión real. No puedo negar esa fascinación por el personaje urbano, que responde a una serie de apodos como "El cojo", "El negro", "José el Albino", "Marco el mequetrefe." Pensé que un buen juego en la ciudad sería darse cita con alguien precisamente donde el viejo desnudo esté. La imagen del viejo no es en absoluto una visión clásica, no es un David de Miguel Ángel, porque-y en esto el coraje es absoluto- su miembro flácido y alargado, demasiado alargado, evidencia las batallas que ha luchado. "Esteban, el desnudo", será desde ahora su emblema característico. Emblema que, por demás, sólo es otorgable gracias a la masa de la cual surgen sus carnes, de la multitud de la cual logra diferenciarse de manera apenas predecible (nada más llamativo que un desnudo), pero aún así citadina.

Comentarios

Muy grande ese señor. Sí, es cierto. No existe ninguna normativa que lo prohíba. Para algunos, es un mono de feria. Para otros, un ser extravagante y enfermo o "anormal". Para mí, pura poesía.

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