Luz de agosto


La universidad, en agosto, parece Comala. Veo figuras caminar por los pasillos, al otro lado de esta segunda planta, pero cuando giro la cabeza me doy cuenta de que está desolada. Hace un rato bajé a la biblioteca buscando un libro de Carlos Fuentes, y había unos pocos estudiantes sentados en las mesas. Todos vienen a resucitar asignaturas perdidas durante el año, el ritual de perderse el sol en aras de la recuperación académica. O yo, que vengo a revivir todo aquello que se iba deslizando al olvido durante mis vacaciones bogotanas. Me asomo por la ventana desde mi despacho, y veo que en la calle hay actividad: pasan turistas camino a la playa, otros suben de ella, descamisados y hablando con voz fuerte. La calle está luminosa, esa luz amarilla y penetrante del sol de verano, que contrasta con un cielo azul impoluto. Pero dentro del edificio no pasa nada, ni siquiera la luz. Escucho a lo lejos el ronroneo de algún generador eléctrico, o posiblemente del aire acondicionado central. El largo pasillo me asusta, porque lo único que predomina en él es el sonido de mis chanclas. Ayer en la tarde coincidí con una mujer en el pasillo que da al patio central para fumar un cigarrillo; nos saludamos, quizás comprendiendo que éramos los únicos dos en todo el edificio. Al volver a entrar y seguir trabajando, le eché un vistazo para darle el adiós definitivo, pero pareció no inmutarse por mi presencia. Quizás es que era un fantasma, o ella no quiso voltear la cara para no encontrarse con uno.

Comentarios

JML dijo…
Estás de regreso en la universidad, pero tal como lo cuentas parece que seas el fantasma de algún castillo abandonado. Ten cuidado con los pasillos oscuros. Tienes dos enemigos potenciales: el miedo y tu pasado.

Saludos
Camilo Hoyos G. dijo…
Gracias por tu comentario... creo que lo más cercano que tiene el edificio a un castillomedieval es que fue construido como barracas para militares. Eso sugiere más terror, creo. En todo caso, acá estoy ejercitando el músculo del recuerdo, para poder olvidar el miedo y recordar el pasado.
veronicauribe dijo…
Camilo...qué nostalgia me haces sentir con tu regreso y con la foto de los pasillos. En ésta ajetreada y demente vida bogotana me encantaría una tarde con ese silencio, con esa soledad, para disfrutar de ese tipo de trabajo que mejor se gesta en un ambiente así.....qué lujo la biblioteca para uno solo! Abrazos.

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