Hotel Dante
Siempre me cuesta algo de trabajo decidirme por un camino a casa, sobre todo cuando tengo un ramillete de posibilidades para escoger. Esto sólo sucede cuando se está estrenando camino a casa, que es precisamente lo que sucede ahora. Sin más, aún tengo que venir de la vieja casa casi a diario, porque desocupar un piso de las pertenencias propias es abrir los ojos y reconocer todos los objetos inservibles que vamos recolectado—que a pesar de ser inservibles y de disfrutar de un nuevo nacimiento a la realidad, empolvados y hasta entonces ignorados en alguna esquina de un diván, en la segunda aldaba de una biblioteca café que jamás me gustó, o detrás de esa linda mesa de luz que ha ocultado su blanco después del tiempo. Con una mochila atravesada en la espalda y un cubo metálico y cilíndrico apretado en la canasta del bicing, decidí tomar Valencia hasta encontrar de frente Enric Granados. En algún punto, como siempre, intento evitar las largas cuadras, y dejo a la bici zigzaguear por larga...