Entradas

Mostrando las entradas con la etiqueta amante

Gràcia

Imagen
Yo que siempre imaginé encontrarte en la calle Portaferrisa, tú saliendo de cualquier tienda con tus bolsas fulgurantes saltando a lo largo de las aceras, yo quizás caminando con la bici en las manos —nunca me ha gustado esa calle en momentos de congestión porque siempre tengo la impresión de estar a punto de atentar contra alguien—, yo que siempre creí que allí sería la primera vez que te vería luego de tantos meses, yo mismo que siempre creí eso, te veo aquí al frente mío en este bar de Gràcia, barrio que nunca me perteneció plenamente, barrio que me robaste y a la vez devolviste a la vida. Sentada al frente mío te veo sujetar tu copa de vino blanco y recuerdo cada centímetro de tu cuerpo: me vuelvo a dejar perder por entre los lunares de tu cara, reconozco tu sonrisa a pesar de la penumbra roja que nos rodea, alcanzo a descifrar tus dedos finos y pequeños, tus manos de gatito juguetón encima de la mesa de gruesas tablas de madera, e imagino tu espalda fina y tersa, la dimensión idea...

Vorágine

Imagen
11:20 pm, estación Urquinaona. Mientras espero el metro de la línea roja que me llevará hasta Rocafort, veo a mi lado una pareja de amantes que se besan lentamente, indiferentes al tiempo, a la hora y al sentir mundano de estos rieles. Intento leer un libro de Réda, y sólo escucho el crujir de sus chaquetas de cuero. Hay una pasión explotando en sus bocas, que intenta depurarse a través de sus brazos, de sus manos desenguantadas. Los amantes que se besan en las calles, en los andenes de metro, en las estaciones de bus, en los parques fríos, en los monumentos olvidados, en las escaleras que no llevan a ninguna parte, en los callejones fríos y en los pasadizos multitudinarios, son dueños del tiempo. Postrados sobre los límites de lo terrenal, observan el mundo invertido en la lengua del otro. Hay una lucha a muerte amorosa y golpe de gracia divino en cada uno de los lateres del cuerpo ahora agazapado. Llega el metro, se sientan en la última banca. Este vagón está repartido en espacios cu...

Radiografía

Imagen
Las mañanas de los últimos días serían mucho más agradables si pudiera tomarme el primer café del día acá en mi cuarto, con la ventana a medio abrir y el lento cambio de color atestiguándose en la persiana entreabierta. Pero esto, como se intuye por la oración misma, ha sido imposible, puesto que el domingo en la mañana, en un partido de fútbol, en una jugada que ni siquiera se culminó con el gol, sufrí un esguince en el tobillo derecho. Como estaba en caliente, en esos momentos parecidos a la borrachera en que no se siente dolor alguno -el diablo cuida a sus borrachos-, continué mi juego esperando sacar provecho de él, solamente para darme cuenta de que no era el día indicado para correr detrás de una bola. Con el paso de la tarde, el hematoma se fue formando, el sueño durante la noche se vio interrumpido numerosas veces, y la mañana me vio con un pie que parecía más el de un elefante. Horas más tardes, tenía-y aún tengo- un vendaje que parece el de una momia. La verdad ha sido más un...