Una buena salida

Una buena salida de casa: decides recurririr al camino más largo a pesar de tomar un transporte público, subiéndote lejos de tu casa y bajándote lejos de tu destino. Encuentras el cartel de una conferencia que jamás hubieras imaginado ir, llamas a reservar dos cupos, y te informan que son los últimos. La música suena bien, y eso que la estás escogiendo tú mismo, liberado como no estabas desde hace mucho del shuffle, y el clima te recuerda el bogotano y la brisa es fría, purificadora, y los andenes están concurridos y jamás imaginaste bajar por esa calle mirando hacia todas partes, caminando hacia el trabajo, con la convicción profunda de que vas hacia un lugar mágico. Entonces antes de entrar en el vagón del metro un niño serio te sonríe, y jamás habías pensado, siquiera imaginado esa vieja frase de “cuando un niño sonríe una ciudad nace en alguna parte del mundo”, pero es precisamente lo que sientes mientras su madre desciende del vagón empujando el stroller, el niño apenas tiene dien...