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Mostrando las entradas con la etiqueta Bogotá

En la altura

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Mi paso por la ciudad implicó un doble vacío: no me quedaría allí, y de quedarme no te habría encontrado. En pleno descenso sentí los cero grados con los que recibiría a sus viajeros, todos de madrugada. Caminé lo justo, buscando la puerta asignada, atravesando controles infames, policías injustos, sabiéndome en tenso movimiento. Sin embargo tu presencia etérea aplacó cualquier sentimiento de soledad, porque tú eres aeropuerto, eres estación, eres pasaje, eres puente, eres movimiento. Las ciudades, ya lo sabíamos, juegan nuestro juego: paso por aquella que nos vivió dirigiéndome a aquella otra a la que pertenecemos, pero que jamás nos ha cruzado. Tú, por tu parte, estás en una ciudad que desconozco, que de hecho hasta antes de tu viaje había cargado con dolores del pasado y tétricas divagaciones— en ti recuperé la ambición de la playa lisboeta— y dentro de algunas semanas irás a otra que conozco como ninguna. Somos la calle, somos el pasaje: en nuestros ojos se puede leer la dirección ...

Lluvia en Bogotá

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Durante este fin de semana cayó en Bogotá la más violenta y larga granizada de los últimos 30 años. Desconocía esto en el momento en que ingresé a la página de El Tiempo , y me topé de frente con la galería de fotografías enviadas por lectores a lo largo y ancho de Bogotá. Mientras pasaba las fotos, reconocía no estar viendo Bogotá, a la vez que había algo en el blancor del ambiente, del verde de los árboles y ese gris de los andenes que me hizo sentir en casa de nuevo. Sin embargo, había un elemento ajeno, un elemento prácticamente desconocido, que era el del paisaje nevado. Mientras veo las fotos, no pienso en granizo, sino que pienso en nieve; y no pienso en una ciudad alemana o nórdica en invierno, que es precisamente lo que creo que es la foto, sino que pienso que Bogotá estuvo sujeta más bien a una granizada mitológica, y en esta medida cambió sus paisajes y colores de contraste por la más blanca y nívea tonalidad. Bogotá, lo sé claramente, tiene su propia mitología, su propia me...

Última noche bogotana

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Son las diez en mi última noche bogotana. Seis semanas han pasado de manera estrepitosa, y sólo puedo pensar en aquella dicotomía señalada y sufrida por José Fernández y Andrade, a la que se refiere como la aparición del yo intelectual y del yo sensual . He estado seis semanas bajo el hechizo y amparo de yo sensual , dejándome llevar por los sentidos y todo aquello que place a mi sensualidad, para ahora, a un día del viaje que me llevará de nuevo a tierras barcelonesas, tener la impresión de que no leo hace más de un mes, que no me he dedicado a todos los aspectos del doctorado, mi tesis ha quedado botada en alguna esquina del camino, y no pienso en Breton, Aragon o Cortázar hace ya más de seis semanas. En este momento, en una madrugada de verano, mi despacho en Barcelona tendrá los mismos papelitos que dejé pegados a la pantalla del computador, para, al regresar, recordar de inmediato las fotocopias que debo sacar, las lecturas inconclusas, la tesis en general. Esos papelitos serán e...

La gripa bogotana

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Ya es un lugar común afirmar que regresar a Bogotá conlleva necesariamente la obtención de la gripa, de una manera despiadada, arrogante y directa. Ayer estuve en estado griposo, y me alcanzó a dar fiebre, 38 grados sin explicación. Hace seis meses, cuando estuve por acá, me dio la misma gripa apenas llegué, y además, a las 4 semanas, unas amigdalitis que me privaron de ver la calle durante más de cuatro días. Mi papá me dice que es cuestión de las defensas: que mi cuerpo no cuenta con las suficientes defensas para rechazar el virus bogotano. Esto no me debe pasar solamente a mí, en la medida en que a muchos otros, como lo dije al comienzo, sucumben al mismo estado. La pesadez, la burbuja creada por debajo de la piel de la cara, los aros rojos alrededor de las fosas nasales, los labios resecos por la respiración por la boca, los estornudos repentinos, el estornudo qeu se pierde en el laberinto de mis ojos, nariz y boca, "sonarse" constantemente (ahora que lo pienso, el verbo ...

Desde Bogotá

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Cuarto día en Bogotá. Es una extraña sensación, máxime teniendo en cuenta no haber vuelto al blog desde entonces. Hay un perpetuo ejercicio que consiste en saber acerca de lo que escribiré cuando vuelva a él, desde tierras bogotanas; de lo que debo decir, de lo que debo creer, de lo que debo ver. La visión siempre se nubla cuando estoy en Bogotá, debe ser la sabana con su fino manto nebuloso, o de la fina llovizna que García Márquez dice que cae en Bogotá desde el siglo XVII. Chiste ancestral: cuando Gonzalo Jiménez de Quesada y sus tropas llegaron a los cerros bogotanos, dijeron: “Esperaremos acá hasta que escampe”. Y aquí seguimos. En Barcelona y en Europa tenemos las estaciones, y eso explica comportamientos precisos, meticulosos, psicológicos. Acá carecemos de estaciones, pero hace dos días estuve en un lago casi veraniego a 24 grados de temperatura, y a dos horas de Bogotá; acá no tenemos estaciones, pero sí contamos con la fina y templada lluvia capitalina, que creo que ninguno ...

Bogotá

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En escasos 22 días viajo a Bogotá de vacaciones veraniegas. Es una extraña sensación, máxime sabiendo que no hace seis meses estuve allí. A medida que pasa mi vida en Barcelona, las distancias se van recortando, la lejanía asume distintas categorías, y veo en la lontananza los horizontes que antes no lograba dibujar con claridad. Al contrario de otras veces, vuelvo ahora con la tranquilidad de haber estado hace poco. Lo extraño todo en la misma medida en que lo contemplo como un hecho reciente, demasiado reciente como para ser pasado de página. ¿Cómo veré Bogotá, me pregunto? Desde hace unos meses he venido trabajando, inspirado en lecturas surrealistas y cortazarianas, en la mirada de la ciudad, en la mirada en la ciudad, y mis falsas pretensiones de flâneur en calles barcelonesas se resume a la expectación de la masa, al minucioso estado de alerta para dar con algo que sacuda, sucumba hacia y desde la realidad, para comprender un leve guiño desde un mundo invisible, desde distintas...