Pequeñísima oda al cassette

Salgo a buscar un cassette (o cinta, como se le quiera llamar) para grabar, como lo vengo haciendo desde un par de meses, unas conversaciones con un profesor de la universidad. Entro en la primera papelería, y el encargado niega rotundamente con la cabeza: “Las vas a tener mal comprando eso. Lo dejaron de hacer.” Me niego, de inmediato, a creerlo. El cassette tiene desde hace bastantes años su muerte anunciada, pero aún así siempre he tenido la tranquilidad de tenerlo cerca cuando quiero comprar uno. Mi regreso al cassette se debe a las conversaciones que vengo grabando. Dejé de pensar en él durante mucho tiempo, años, primero cuando pasé al cd y luego al mp3, de una manera infame y casi grotesca. Pero cuando lo sentí perdido para siempre, recordé mis mañanas en el colegio, con un walkman amarillo Sony de dos pilas doble A, y un cassette esperando en el bolsillo de la maleta. Recuerdo los equipos de sonido que grababan los cassettes a doble velocidad, y era una multiplicación inverosím...