Radiografía

Las mañanas de los últimos días serían mucho más agradables si pudiera tomarme el primer café del día acá en mi cuarto, con la ventana a medio abrir y el lento cambio de color atestiguándose en la persiana entreabierta. Pero esto, como se intuye por la oración misma, ha sido imposible, puesto que el domingo en la mañana, en un partido de fútbol, en una jugada que ni siquiera se culminó con el gol, sufrí un esguince en el tobillo derecho. Como estaba en caliente, en esos momentos parecidos a la borrachera en que no se siente dolor alguno -el diablo cuida a sus borrachos-, continué mi juego esperando sacar provecho de él, solamente para darme cuenta de que no era el día indicado para correr detrás de una bola. Con el paso de la tarde, el hematoma se fue formando, el sueño durante la noche se vio interrumpido numerosas veces, y la mañana me vio con un pie que parecía más el de un elefante. Horas más tardes, tenía-y aún tengo- un vendaje que parece el de una momia. La verdad ha sido más un...