Hommage à la fugitive beauté

Ya me había parecido verte detrás de algún mostrador de alguna biblioteca pública, buscando entre una montaña de libros alguno que yo había pedido: no recuerdo el título pero sí te recuerdo a ti, con una sencilla camiseta gris que mostraba los contornos de tu cuerpo suave y almidonado, permitiendo al café de tu pelo crear algún tipo de marea misteriosa en la medialuna de tu espalda. Entonces supe que debía pedir todos mis libros después de cierta hora, porque no me tomó mucho comprender que estabas allí de medio tiempo, sobre todo en las noches, y eso que desde siempre me ha parecido que las tardes invernales resaltan la belleza efímera. Pero nunca la organización de los días será del todo benévola, porque hubo un día en que dejaste de ir; jamás supe por qué, no podría ser de otra manera ya que jamás logré hablarte más allá de dos o tres préstamos que aún estaban pendientes. Sé que alguna vez te sonrojaste cuando pregunté por un título, y sé que más de una vez puse cara de tonto cuan...