Un espejo más

Esta entrada se ha hecho esperar. Ya lo había comentado con alguien antes del viaje: me parece fascinante entrar en mi baño bogotano, y ver mi reflejo en el espejo del baño que una vez fue mío, que una vez me vio salir día a día al colegio, a la universidad, al trabajo. Los muebles cambian de lugar, las lámparas de esquina, pero el espejo es siempre el mismo, con la diferencia de que el reflejo es quien cambia. Sin embargo, hay otro espejo que me he dado cuenta es más fascinante y duradero, y este es el espejo de la biblioteca particular. En alguna celebración recibí tantos libros antes de salir de viaje, que aún no sabría qué tengo y qué dejé de tener debido a quién. Lo que sí sé es que siempre que vengo de Barcelona, me es completamente necesario tomarme un par de tardes para caminar entre los libros, observando los lomos desgastados por el sol, recordando aquellos tomos que leí apasionadamente, que rechacé enfáticamente, que jamás leí por descuido, aburrimiento o pereza ("¡Cuán...