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Mostrando las entradas con la etiqueta sentir amoroso

Porte de Montorgueil

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la porte de montorgueil con su surco de letras doradas y sus terrazas al abrigo del viento nefasto que hace temblar mis rodillas ven entremos a este café de toldos rojos y vientos ensordecedores compartiremos cada plato sin importar el tamaño no te preocupes por tus cigarrillos he traído de liar y los hago más bien rápido, deja tus light de lado te los he traído y quién sabe cuándo podrás fumarlos de nuevo y es la presión de una represa la que siento venir desde el interior de mi cuerpo son palabras que no dejo salir son labios que no dejo mover son manos encadenadas a un recuerdo que nos acecha C’est bien c’est bien je n’en parlerai jamais plus Je garderai cette colère dans ma bouche enajenada del cuerpo refrendado la rebeldía de mi lengua agazapada la obstinación de mi ojo izquierdo por sorprender un momento tu mirada perdida qué más da el temporal que arremete contra tu falda gris qué más da he perdido mis pies bajo este adoquinado de hielo de la rue montorgueil con su surco de le...

La porte de Bagnolet

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La porte de Bagnolet se queda pequeña para cada uno de mis recuerdos, como aquél Cristo de alguna iglesia nuestra que creció en tamaño para evitar que el gran portón café lo dejara partir, y mira que no son tantos, apenas te veo y ya conozco mis recuerdos de más de mil años, pero qué quieres que haga, así funciona la ensoñación y poco o nada haré para deshacerme de ella Je suis l’hérésiarque de toutes les églises Je te préfère à tout ce qui vaut de vivre et de mourir . Cuando te sujetas el pelo y dejas en alta vista el tallo perfecto de tu cuello, cuando sabes de sobra que llamas voces e incitas susurros bien sabes cómo es no te sonrojes el mar rojo siempre se verá hermoso en tu rostro nacarado, cuando siento que vuelves de tus parajes desconocidos para revestirte de misterio cuando eres l’image vagabonde de poemas aturdidos vuelvo sobre mi recuerdo y vuelvo sobre las tablillas de mi prehistoria, pero qué es esto que recibo ahora, qué es esta mi voz de ultratumba y mi desmesurada memo...

Bilis negra

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Sin siquiera darme cuenta, de un momento a otro, vuelve sobre mí la sensación amorfa, monstruosa, minotaurica. No hay lenguaje alguno que logre sobrellevarla— en estos momentos rasgo el fondo de mi pensamiento, extraigo de él una esencia invisible, inexpugnable, etérea—, y el cuerpo es partícipe de aquello que tan solo se siente en el interior, en ese cuerpo que nunca hemos visto, en esa carne que está triste y en ese líquido negro que se había escondido tras la coyuntura de algún hueso del pasado. ¿Cómo es posible tanta sorpresa, cómo es posible esta catarata de imágenes que me vuelcan sobre el pensamiento melancólico? Me duele alguna parte del cuerpo, pero me duele precisamente aquella de la que carezco. Adolesco de mi propia prótesis, y es allí donde se concentran mis desventuras. He escuchado muchas veces a recién amputados que sienten el fantasma del cuerpo ausente; sienten una rasquiña en la palma de la mano que ya dejó de formar parte de su cuerpo, sienten un calambre en las pan...

Gràcia

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Yo que siempre imaginé encontrarte en la calle Portaferrisa, tú saliendo de cualquier tienda con tus bolsas fulgurantes saltando a lo largo de las aceras, yo quizás caminando con la bici en las manos —nunca me ha gustado esa calle en momentos de congestión porque siempre tengo la impresión de estar a punto de atentar contra alguien—, yo que siempre creí que allí sería la primera vez que te vería luego de tantos meses, yo mismo que siempre creí eso, te veo aquí al frente mío en este bar de Gràcia, barrio que nunca me perteneció plenamente, barrio que me robaste y a la vez devolviste a la vida. Sentada al frente mío te veo sujetar tu copa de vino blanco y recuerdo cada centímetro de tu cuerpo: me vuelvo a dejar perder por entre los lunares de tu cara, reconozco tu sonrisa a pesar de la penumbra roja que nos rodea, alcanzo a descifrar tus dedos finos y pequeños, tus manos de gatito juguetón encima de la mesa de gruesas tablas de madera, e imagino tu espalda fina y tersa, la dimensión idea...

Before everything

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Sentado en mi escritorio, a medida que escuchaba avanzar los truenos que siempre aparecen por estas horas en el aire bogotano, y luego de haber terminado algunas cuestiones de la editorial, me dejé sorprender por la lluvia mirando la segunda parte de esa película que en muchos aspectos resuelve el futuro desolado de aquellos dos amantes que se conocen en Viena y se prometen volver a encontrarse en el muelle de la estación, seis meses después. Sentí alegría, debo aceptarlo, al saber que no se encontraron; que algo falló, que la cita se incumplió, porque desde siempre he considerado que las historias de amor tienen, necesariamente, que cumplir con su sino trágico. Así como en la primera entrega el momento que más disfruté es cuando los dos, sentados frente a frente, simulan llamar a aquél que los está esperando en alguna parte, permitiéndose así llenarse la boca de palabras de amor y de reconocimiento ante la seducción amorosa que sintieron, en la segunda entrega sentí un verdadero place...

"Ephemera", W.B. Yeats

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"Your eyes that once were never weary of mine Are bowed in sorrow under pendulous lids, Because our love is waning." And then she: "Although our love is waning, let us stand By the lone border of the lake once more, Together in that hour of gentleness When the poor tired child, Passion, falls asleep. How far away the stars seem, and how far Is our first kiss, and ah, how old my heart!" Pensive they paced along the faded leaves, While slowly he whose hand held hers replied: "Passion has often worn our wandering hearts." The woods were round them, and the yellow leaves Fell like faint meteors in the gloom, and once A rabbit old and lame limped down the path; Autumn was over him: and now they stood On the lone border of the lake once more: Turning, he saw that she had thrust dead leaves Gathered in silence, dewy as her eyes, In bosom and hair. "Ah, do not mou...

Santuario poético

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Ya he escrito sobre esto en otra ocasión, pero la verdad el sentimiento siempre es el mismo: al llegar a casa, luego de cuatro, ocho o doce meses, siento un verdadero placer en revisar, una vez más, la biblioteca que aquí dejé, que nunca saldrá, que siempre formará parte de ésta mi casa bogotana. Siempre me sorprendo con los mismos volúmenes, siempre busco alguno sobre el cual haya leído en Barcelona o en cualquier otra parte para poder consultarlo de nuevo, sentirlo familiar, saber que me estaba esperando desde que me fue regalado. En época universitaria, e igualmente cuando era profesor, sentía un verdadero placer por la compra de libros: cualquiera podía entrar en mi biblioteca, y entonces se me metía en la cabeza que el libro recién comprado no tenía por qué ser inmediatamente leído, así que lo separaba en una sección particular, y así me iba poniendo al día con cada uno de ellos. Ahora es diferente; ahora sé que cargar con los libros que compro puede ser tortuoso, en la medida en ...

Bogatell

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Venir a la playa en invierno es buscar la soledad, quizás una de las soledades más apacibles y férreas que jamás encontraremos. Lejos queda el barullo del centro, las aceras infestadas, los malentendidos transeúntes que siempre esperan un momento para caminar solitariamente. No; acá es distinto. Es distinto porque sólo se busca la soledad cuando ya se está solo, cuando el sentimiento impune de la melancolía ya se ha establecido dentro de nosotros y nos obliga a huir hacia entornos más solitarios, aún más esquivos, aún más desdichados. Pero no; esta no es la palabra. La desdicha no me acompaña, así haya cargado con algo de dicha en los últimos días. Vengo porque en el suave latir del viento y en el silencioso romper de las olas encuentro un costado afín mío: encuentro la tranquilidad de la soledad. A lo lejos un cielo ensangrentado se bate con las farolas amarillas recién encendidas, y yo le doy la espalda a los dos. Acá, en esta banca que ya me vio algún otro día, le doy la espalda a t...

Le chill

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Entre las variadas y siempre alternativas posibilidades de expresión amorosa, sin lugar a dudas la musical abarca todos los escenarios y bambalinas de cualquier educación sentimental. Cuando Dorian accede a tocar un Nocturno en aquella estancia interior, Lord Henry suspira de manera divina: “Gracias a Dios nos queda por lo menos un arte no imitativo.” Y esto es porque la emoción sentimental de la música sólo se parece a sí misma, sólo se imita a sí misma: nada más vive fuera de ella, y sin lugar a dudas se consagra en el paladar de cualquier oyente de una manera certera, precisa y gloriosa. Crear, pues, un playlist no es más que la sistemática traducción de una carta de amor. Desde hacía meses venía trabajando en un playlist que de alguna manera reflejara mi plancha de anatomía sentimental : que cada una de las canciones diera fe, calcada al carboncillo o registrada en daguerrotipo, de cada una de las emociones que venía configurando desde un cambio de mirada— así, pues, no es sola...

Hommage à la fugitive beauté

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Ya me había parecido verte detrás de algún mostrador de alguna biblioteca pública, buscando entre una montaña de libros alguno que yo había pedido: no recuerdo el título pero sí te recuerdo a ti, con una sencilla camiseta gris que mostraba los contornos de tu cuerpo suave y almidonado, permitiendo al café de tu pelo crear algún tipo de marea misteriosa en la medialuna de tu espalda. Entonces supe que debía pedir todos mis libros después de cierta hora, porque no me tomó mucho comprender que estabas allí de medio tiempo, sobre todo en las noches, y eso que desde siempre me ha parecido que las tardes invernales resaltan la belleza efímera. Pero nunca la organización de los días será del todo benévola, porque hubo un día en que dejaste de ir; jamás supe por qué, no podría ser de otra manera ya que jamás logré hablarte más allá de dos o tres préstamos que aún estaban pendientes. Sé que alguna vez te sonrojaste cuando pregunté por un título, y sé que más de una vez puse cara de tonto cuan...

Maupassant visitado

Por cuestiones que sólo pueden ser comprendidas por Amor o Destino, aquella noche decidió tomar el teléfono y llamar a su antigua amada; se trataba de su cumpleaños, y Dios sabe cuántos pasaron juntos. Cuando tomó el teléfono sintió el corte de la respiración, la repentina taquicardia, la íntima sensación de estar escuchando a través de un cilindro vacío. Ella agradeció la llamada, y le preguntó por la universidad, la investigación y los viajes a la biblioteca; él, por su lado, le preguntó por sus clases, por las academias y por las traducciones científicas que venía haciendo desde hace unos años. En medio de la ráfaga de noticias que no hacían más que poner al día, él decidió cruzar el umbral de la duda, y atacar de frente. “¿Has estado con alguien durante estos años?” “Sí”, respondió ella, y le contó de Javier, el sevillano con quien había recorrido el norte de África. “¿Tú?”, preguntó ella, entonces él le contó de Nicole, la normanda que había conocido el pasado otoño, con quien hab...

Vorágine

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11:20 pm, estación Urquinaona. Mientras espero el metro de la línea roja que me llevará hasta Rocafort, veo a mi lado una pareja de amantes que se besan lentamente, indiferentes al tiempo, a la hora y al sentir mundano de estos rieles. Intento leer un libro de Réda, y sólo escucho el crujir de sus chaquetas de cuero. Hay una pasión explotando en sus bocas, que intenta depurarse a través de sus brazos, de sus manos desenguantadas. Los amantes que se besan en las calles, en los andenes de metro, en las estaciones de bus, en los parques fríos, en los monumentos olvidados, en las escaleras que no llevan a ninguna parte, en los callejones fríos y en los pasadizos multitudinarios, son dueños del tiempo. Postrados sobre los límites de lo terrenal, observan el mundo invertido en la lengua del otro. Hay una lucha a muerte amorosa y golpe de gracia divino en cada uno de los lateres del cuerpo ahora agazapado. Llega el metro, se sientan en la última banca. Este vagón está repartido en espacios cu...

El llanto amoroso

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El llanto impide la comunicación. Al igual que su hermana contraria, la ira, transforman el cuerpo en un sistema mudo verbalmente, porque no podemos ir más allá de los gestos físicos. Nunca me ha gustado que la persona con la que estoy hablando llore, porque es sacarme de cuajo de la situación en la que estábamos. Y me sucedía igual con los estudiantes: cuando lloraban, sentía aún más disgusto por lo que ha sucedido. Pero el llanto desconocido es triste, terriblemente triste. Últimamente, caminando por distintas calles de Barcelona, me he encontrado con más de tres mujeres llorando, algunas en situaciones puntuales, otras envueltas en un estado irreal. Por la Calle Doctor Dou vi a una pareja tomando un café. Luego de tres frases, el llanto desconsolador de la mujer, impidiendo efusivamente que el hombre la toque, siquiera la acaricie en el antebrazo izquierdo. Esa situación invita a la ensoñación ajena, empezamos a imaginar líneas de conversación, la convicción profunda del hombre por ...

Sobre la carta de amor (II)

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El amante que escribe una carta de amor está rodeado de una vanidad infinita. Centro de su propio universo, desea que el sentimiento amoroso, como un ciclo lunar, lo rodee de una manera precisa, pero que en momento alguno deje de lado la estela que él mismo ejerce. La escritura amorosa busca el juego de la comprensión de símbolos y signos, de la misma manera que espera del otro la muerte absoluta: como el rayo de luz que ve Saulo en el camino de Damasco , pretende que su escritura anule todo lo demás; de no hacerlo, la escritura no cumpliría a cabalidad con su objetivo, que es apoderarse del amado desde su misma percepción visual, intelectual o sentimental. El anulamiento que busca la carta amorosa es el de la posesión absoluta, lejos de la carne y de los sentidos mundanos, para posesionarse como una deidad recién llegada de un mundo exótico. Leer una carta de amor recíproco es la metáfora del encuentro sexual, en la medida en que se crea la bestia de dos espaldas que anula la existe...

Sobre la carta de amor

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La carta de amor verdadero es la efigie de la vida. Existen pocos textos de los cuales se puede depender tanto. Cuando el novelista escribe por supervivencia, lo hace para salir del abismo: el amante escribe su carta para no caer en él. La carta de amor entonces toma dos caminos: el de la comprensión y el de su recepción. Tristes historias hemos oído de la carta de amor que nunca llegó a su destinatario, clausurando así un amorío apenas naciente, una pasión emergente. Pero una vez la carta llega a los ojos del amado, se espera de él el juego de significación, la materia viva que implica necesariamente ser comprendido. Pero no todo tiene un color vivificante: la carta de amor siempre se moverá en la ambivalencia de la incomprensión. La carta de amor es el recuento de una experiencia amorosa, de un sentimiento latente. Cuando escribo una carta de amor, mi amada comprende mi sentir amoroso, mas no mi amor en sí, porque es inexplicable: sería un camino igual de intrincado al de escribir po...