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Mostrando las entradas de 2004

Es necesario romper el silencio

No es que Barcelona no me haya traído suficientes frases poéticas: me he dejado levar más por la meditación, casi mística, de lo que debo escribir; pero en el momento de intentarlo, las palabras son difíciles. Además, escribir desde locutorios suramericanos o pakistaníes no me trae la suficiente plenitud que me daba mi cuarto bogotano, desde el cual veía los cierros orientales. Ya vendrá más, lo prometo.

Barthes poète

No me he podido librar de estas palabras de Barthes: Me instalo solo, en un café: vienen a saludarme; me siento rodeado, solicitado, halagado. Pero el otro está ausente; lo convoco en mí mismo para que me retenga al margen de esta complacencia mundana, que me acecha. Apelo así a su “verdad” (la verdad de la que él me da la sensación) contra la histeria de seducción en la que siento deslizarme. Hago responsable a la ausencia del otro de mi mundanidad: invoco su protección, su regreso: que el otro aparezca, que me retire, como una madre que viene a buscar a su hijo, del brillo mundanal, de la infatuación social, que me restituya ‘la intimidad religiosa, la gravedad’ del mundo amoroso. (Fragmentos, 49) Quiero oir comments de esto, por favor.

Otra vez

Quizás lo más increíble de todo es el paso del tiempo. Desde hace algo más de un año venía con la idea fija de irme de Colombia. Y pensaba en ese entonces que me iría en este entonces, y entre el ese y el este contemplaba tres eternidades, convencido de que el tiempo de demora en pasar, y que todavía me quedaba tiempo para todo. Acaban de abrir, en la esquina de la novena con 82, una nuevo bar: se llama "El Tenderete", y creo que tendrá música en vivo. Ahora pienso: no tuve tiempo suficiente para visitarlo. Sólo espero que les vaya bien, y que pueda conocerlo en las vacaciones de verano del próximo año. Ahora pienso: sin darme cuenta (o bueno, un poco, solamente un poco), llegó la fecha del viaje. Creí que no iba a llegar nunca, y ya está, a tres días. Supongo, siguiendo esa misma línea, que será igualmente sorpresivo el momento en el que caiga en cuenta que estoy tan solo a tres días de volver definitivamente a Colombia.

Bogotá

Bogotá me está despidiendo con días soleados, aquellos que nuestros antepasados nunca tuvieron (¿debería llamarlos "nuestros", siendo que mi familia entera viene de Manizales?). Alguna vez García Márquez escribió que en Bogotá no ha dejado de caer una leve llovizna desde el siglo XVII. Y no. Estos días han estado amarillos, y siempre me ha fascinado el contraste de la luz solar con el color del ladrillo. Esa es, sin lugar a dudas, una de las firmas bogotanas. Ahora bien, en cuanto a despedidas, jamás he sabido qué es mejor, si un día lluvioso o un día soleado. Los dos tienen su encanto poético: la lluvia nos recuerda la melancólica nostalgia de un pasado vivido, mientras que el sol nos hace ir con un poco de nostalgia por lo que se deja. Quizás la diferencia está, entonces, en la nostalgia que pueden eventualmente crear tanto el sol como la luna, tanto el día como el sol. Libre de maquinaciones estéticas o discusiones estilísticas, la verdad es que me voy dentro de cinco dí

Joyces' Portrait, Chapter IV

He was alone. He was unheeded, happy and near to the wild heart oflife. He was alone and young and wilful and wildhearted, alone amid awaste of wild air and brackish waters and the sea-harvest of shells andtangle and veiled grey sunlight and gayclad lightclad figures ofchildren and girls and voices childish and girlish in the air. A girl stood before him in midstream, alone and still, gazing out tosea. She seemed like one whom magic had changed into the likeness of astrange and beautiful seabird. Her long slender bare legs were delicateas a crane's and pure save where an emerald trail of seaweed hadfashioned itself as a sign upon the flesh. Her thighs, fuller andsoft-hued as ivory, were bared almost to the hips, where the whitefringes of her drawers were like feathering of soft white down. Herslate-blue skirts were kilted boldly about her waist and dovetailedbehind her. Her bosom was as a bird's, soft and slight, slight and softas the breast of some dark-plumaged dove. But her

Cigala

Hay algo en la voz de El Cigala que me desgarra por dentro. Siento nostalgia por parajes jamás apreciados, siento melancolía por cinturas nunca abrazadas con el fuego de la ternura. O quizás es su apariencia como tal: tuve oportunidad de ver su DVD con Bebo Valdés, a eso de las tres y cuarto de la madrugada, luego de un par de rones en La Heróica. Fue como si el DJ supiera lo que me amparaba el destino, como esos chamanes amazónicos que antes de saludar dicen Desde siempre supe que vendrías, ya que no habíamos tomado el siguiente ron y el pelo oscuro de Diego, sus ojos entrecerrados como esperando una tormeta melódica, y las manos de algodón de Valdés me recordaron todas aquellas cosas que aún no conozco, la lista que no me ha sucedido, el cantaor en mí que jamás he conocido.

The Lecture, Part II

Esta es la continuación. A veces pienso que debo echarle mano a algunas partes, acortar otras, caracterizar un poco más a otros, pero qué va. Así quedó escrito, y así quedará publicado, así sea como primera versión. Enjoy the silence. III Professor Junguito raised her hand to let everyone know that the class had already begun. Some late students arrived after the clock had struck a quarter past seven. Soledad closed the front window, interrupting the inflow of Bogotá’s cold and chilly blows. After slightly lowering the water level in the bottle, she proceeded. “That’s a very interesting question, Peralta, and it clearly explains why you greet us with your visit today. There are indeed many forgotten characters in Colombian literature. One of the purposes of any investigation, such as yours, is to give a new light to all those creations that once were so admired by the academy, and later overlooked by pedestrian readers who consume bestsellers. As you may know, and many others he

THE LECTURE, Part I

A servant presently led in the famous bard Demodocus, whom the muse had dearly loved, but to whom she had given both good and evil, for though she had endowed him with a divine gift of song, she had robbed him of his eyesight. Odyssey , Book VIII I The lecture had started amidst heavy-eyed students, who by all means were trying to eschew the deep and shallow night light that was slowly inflowing through the front window. The AU Building stood in the corner of the 19th Avenue and 2nd street, behind one of the desolate and yet luxurious forests that still remain in Bogotá’s downtown. Benches where avid students sat in their coffee breaks rested now untaken, save for a couple of late lovers that seemed to catch up with time reading Baudelaire’s “Parfum Exotique.” The night street lights circled the forest, and in its south face one of the branches of a tall eucalyptus could barely touch the front window of the room in which professor Junguito, PhD in XIX Century Latin American Lit

Miércoles, 56 minutos después

Luego de haber tomado alrededor de dos litros de cerveza, solo un thought está en mi cabeza: "Todo está bien. Todo está muy bien."

Oídos perversos

Caminé desde la autopista, subiendo por un pasadizo de la Universidad San Martín, hasta la quince, por donde me desvié hasta tomar la 82 corriente arriba. Quizás es porque hace mucho no caminaba tan cerca de tanta gente, o quizás porque ya la costumbre de oír conversaciones ajenas se me había pasado, pero esta vez, no hace más de cuatro horas, llegó a mí una vez más esa eterna curiosidad por saber qué es exactamente lo que habla la gente, los passer-byes, les passantes, toda esa gente que como uno quiere llegar hasta la quince en un momento en particular. Recuerdo dos conversaciones: un trío de mujeres, creo que ejecutivas, charlando alegremente. Cuando las voy a pasar, zás, oigo: "¿O sea que es mejor ir a peinarse que visitar al ginecólogo?" ¿De qué hablaban? ¿Cuál era el conflicto? ¿Será que tenía una cita, una reunión social, tan importante que le impedía llegar hasta donde el doctor? Si era una cita de amor, pues sería igualmente importante visitar al ginecólogo que al es

La Hora 25

Inspiratio, -onis , soplo, resuello, hálito, Qué tan cierto es que lo que escribimos es nuestro, cómo saber qué es nuevo y qué es repetición, cómo saber qué es en realidad la producción literaria que sale de mis entrañas y tatúo con magistral o siniestra vocación en esta página en blanco que está al frente mío, se preguntó mientras escribía su nombre en la pantalla blanca que aún tenía al frente, pensando que esa blancura en poco o nada se diferenciaba de la ya famosa ceguera, y pensó que precisamente se es ciego cuando se empieza a escribir algo porque no se sabe qué saldrá exactamente, Embusteros son los que pretenden saber a dónde llegará lo que escriben y los giros que tomará la acción en determinado momento. Jamás mentirse a sí mismo había sido tan provechoso como en ese momento, cuando necesitaba aferrarse de algo que no le zambullera por completo en el cementerio abismal del silencio. Qué es lo que tiene esa canción, pensaba ahora, mientras sonaba la pieza inicial de “La Hora 25

Dos horas

Hay dos horas en particular que encuentro fascinantes: las seis y cuarto de la mañana, o digamos seis y media, y las cinco y cuarenta de la tarde. Desde que caí en cuenta de mi fascinación, he intentado discernir una y otra vez los motivos como tal por los cuales siento esta atracción—desde que leí partes del libro de Barthes, caí en cuenta de que incluso el amor está sujeto a un análisis lógico y racional. En los dos casos, siento que la luz es, como siempre, la protagonista principal de la película que proyecta el tiempo: me gusta en la mañana porque es la luz la que entra en la oscuridad, como una infame asesina apuñalando una y otra vez su propia ausencia; siempre he tenido la sensación de que cuando la luz se proyecta en cualquier superficie mañanera, es como si volviera a su estado original, gracias a la naciente luz y al viento frío purificador—la mañana es lo que Platón llamó el mundo de las ideas. La tarde, en cambio, me gusta no porque la oscuridad apuñale vengativamente a la

Artista

Leí en el blog de un querido amigo (imigrante.blogspot.com) un pequeño mensaje sobre lo que es ser artista. Dios mío, qué pregunta. Entro a un doctorado sólo para poder analizarlo màs a fondo, y sólo para poder investigar a todos los del XIX y cómo ellos crearon la figura en sus textos. Creo que más allá de ser o creerse artista, más allá de dejarse reconocer como tal, más allá de prender velas y conocer noches solitarias, más allá de todo eso está el tiempo. Más importante que crear arte es que el arte lo cree a uno, y uno creer en esa creación. Lectores de su propia obra, espectadores del show que explaya el espejo, a veces pienso que ese camino no lo recorre nadie salvo el crepúsculo, citando a Basho.

El Mar

Quizás es por la soledad. Me gusta la soledad que inspiran los muelles melancólicos en la tarde, con su luz parca descendiendo por las olas, llevándose consigo las últimas secuelas de un clima marchito. No sé si lo que me gusta es estar solo o sentirme solo en los despojados laberintos del mar, llevar un libro que pocas veces abro, o afilar la punta de un lápiz que pocas veces uso; me gusta sentarme meditabundo en los anaqueles de un espacio perdido, pidiendo a gritos silenciosos forjar la frase incólume que me permita despojarme de un beso mal dado o de una primavera otoñal, de un invierno caluroso o de una multitud solitaria, de una pluma de plomo, o de un filántropo enamorado de la soledad. Dejo que las frases se desprendan, me permito desprenderme de mí mismo como si fuera una sinfonía inconclusa o un violín desafinado. Me llevo y dejo llevar por colmillos salados de espuma venusina, y camino por la arena sin dejarme mirar atrás y permitiendo a la gangrena poner semillas en la heri

La Cachucha

Acabo de llegar de comprar un desodorante y un desinfectante para lentes de contacto, y recordé una reflexión que tuve hace años. Ahora, no me quiero poner muy 1984 , nada por el estilo. No tengo problema alguno con la gente que sale a la calle sin saber muy bien si está bien o mal vestida; no me molestan mucho las malas combinaciones, a la vez que lo pelos mal llevados o las pintas ochenteras- además, porque los ochentas se están poniendo de moda. Sí, me molesta un poco la gente que escupe en la calle, a pesar de que los médicos del siglo XIX estén de acuerdo al decir que es lo más saludable del mundo, pues se libra de la flema que obstruye el pulmón. Sólo me molesta de vez en cuando la gente que sale a la calle con barros de punta blanca, primero porque me da un pánico hediondo-literalmente- saber que quizás explota en cualquier momento, y no quiero estar cerca; no obstante, reconozco que uno no controla esos impulsos cutáneos, a pesar de que sí puede controlar la fuerza de los dedo

Morfeo Director

Fue entonces cuando decidí navegar por el televisor. Me dejé atrapar por una película, quizás porque llovía mucho, o porque apareció, en primer plano, un sujeto envuelto en una capa negra, siguiendo silenciosamente e alguien más que entró a un centro de mormones. Lentamente, la película adquirió un tono sombrío; hablaban de ángeles, de apariciones, y hubo un momento- lo juro- en que vi en la cara de un maniquí una figura siniestra, una mirada gótica envuelta en una vestidura del siglo XVIII. Reconocí a Pacino como enfermo de sida, y a Meryl Streep. Vi cómo fornicaba sin pasión una pareja de esposos, y cuando ella le preguntó porqué siempre cerraba los ojos durante el acto, él confesó que fantaseaba con hombres. La mujer se le paró al frente, desnuda, y le preguntó al hombre qué veía. Él contestó que nada. Luego el sueño se posó en mis párpados, y soñé esos sueños milimétricos. Recuerdo que soñé que llovía, como en la película, y creo que en algún momento aparecía la figura siniestra. C

Citas Sueltas

Rodolphe, aburrido de los amoríos monótonos con Emma, empieza a sentirse ahogado. El narrador lo dice mejor que él, sobre todo porque él nunca lo dice: Il s'était tant de fois entendu dire ces choses, qu'elles n'avaient pour lui rien d'original. Emma ressemblait à toutes les maîtresses; et le charme de la nouveauté, peu à peu tombant comme un vêtement, laissait voir à nu l'éternelle monotonie de la passion, qui a toujours les mêmes formes et le même langage. Con razón Charles Bovary jamás pudo con esa mujer. Y esta se la dedico a Santi, quien me dio el consejo de estar aquí: Roderigo: Tush! Never tell me; I take it much unkindly That thou, Iago, who hast my purse as if the strings were thine, shouldst know of this. Iago: 'Sblood, but you'll not hear me. If I ever did dream of such matter, Abhor me.

El Nombre

Lo que me llamó la atención, irremediablemente, fue el nombre: Blogger. Seguramente es un sustantivo, pero me ha costado un trabajo tremendo saber exactamente a qué hace referencia. Se me ocurrió buscarlo en el Collegiate de Merriam, pero no lo reconoce: ni como blog, o, daría la misma escribirlo, blogger. Tiene un sonido feo, incluso en inglés- digo incluso, ya que a veces me gusta pronunciar palabras inglesas con fonética castellana, salen productos pocas veces comprensibles, pero no por eso indeseables. Una vez, haciendo fila para el concierto de Metallica en Bogotá, el compañero de turno me preguntó acerca del disco "Quillemall" (léaese, por supuesto, en español). Silencio rotundo. Mala estrategia para hacer amigos temporales. Sí, suena mal, pero estoy seguro que me iré a la tumba con ese sonido. También me gusta referirme a grupos cuyo nombre está en inglés, pero con artículos en español: Los Beatles, o Los Doors. ¿No debería ser Las Doors? Morrison leyó mucho a Rimbau