Morfeo Director

Fue entonces cuando decidí navegar por el televisor. Me dejé atrapar por una película, quizás porque llovía mucho, o porque apareció, en primer plano, un sujeto envuelto en una capa negra, siguiendo silenciosamente e alguien más que entró a un centro de mormones. Lentamente, la película adquirió un tono sombrío; hablaban de ángeles, de apariciones, y hubo un momento- lo juro- en que vi en la cara de un maniquí una figura siniestra, una mirada gótica envuelta en una vestidura del siglo XVIII. Reconocí a Pacino como enfermo de sida, y a Meryl Streep. Vi cómo fornicaba sin pasión una pareja de esposos, y cuando ella le preguntó porqué siempre cerraba los ojos durante el acto, él confesó que fantaseaba con hombres. La mujer se le paró al frente, desnuda, y le preguntó al hombre qué veía. Él contestó que nada.
Luego el sueño se posó en mis párpados, y soñé esos sueños milimétricos. Recuerdo que soñé que llovía, como en la película, y creo que en algún momento aparecía la figura siniestra. Cuando abrí los ojos, por alguna tecnología malhecha la señal de cable presentó problemas, y no había imagen: sólo diálogos. Pero me quedé pensando en el sueño que me devolvió a la realidad con una siniestra incertidumbre; sueño que parcó mi noche, sueño que no se deja recordar-y, naturalmente, no se dejará volver a soñar. Coleridge sóñó con el palacio de Kubla Kahn, y lo recordó. Quiero recordar mis sueños, no tanto para escribirlos, pero sí para traducir las miradas siniestras que se adueñan de mis pupilas.

Comentarios

Unknown dijo…
Yo no sueño. Solo duermo y duermo. De repente es mañana y todo vuelve a empezar. Ojalá soñara.

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