La Cachucha
Acabo de llegar de comprar un desodorante y un desinfectante para lentes de contacto, y recordé una reflexión que tuve hace años.
Ahora, no me quiero poner muy 1984, nada por el estilo. No tengo problema alguno con la gente que sale a la calle sin saber muy bien si está bien o mal vestida; no me molestan mucho las malas combinaciones, a la vez que lo pelos mal llevados o las pintas ochenteras- además, porque los ochentas se están poniendo de moda. Sí, me molesta un poco la gente que escupe en la calle, a pesar de que los médicos del siglo XIX estén de acuerdo al decir que es lo más saludable del mundo, pues se libra de la flema que obstruye el pulmón. Sólo me molesta de vez en cuando la gente que sale a la calle con barros de punta blanca, primero porque me da un pánico hediondo-literalmente- saber que quizás explota en cualquier momento, y no quiero estar cerca; no obstante, reconozco que uno no controla esos impulsos cutáneos, a pesar de que sí puede controlar la fuerza de los dedos. Los carros a todo volumen oyendo trans pirobo me molestan, sí, pero la verdad los dejo ser como son: no es que uno sea criticón, es que la gente es muy criticable. Si no fuera por ellos, nos aburriríamos terriblemente, sobre todo porque no tendríamos frívolos temas de conversación.
Entonces, queda claro: soy tolerante.
Ahora bien, hay algo que ya no soporto: la cachucha de para atrás. Hace veinte años eso se veía muy bien, acepto que yo la usé mucho (tuve colección de cachuchas, de todas las marcas y diseños, y creí, ingenuamente, que se veían mejor de para atrás). Sin embargo, no es que me choque que la gente las use así ahora, no, para nada: lo odio. Bajando del segundo piso en las escaleras eléctricas, pasó un señor con una cachucha negra nike, hacia atrás. Díos Mío, dónde está la policía estética. Que alguien les diga: eso no se ve bien. De hecho, se ve muy mal.
Que para ellos haya cárcel inmediata; para los de los casos anteriores, que sólo haya llamados de atención.
Ahora, no me quiero poner muy 1984, nada por el estilo. No tengo problema alguno con la gente que sale a la calle sin saber muy bien si está bien o mal vestida; no me molestan mucho las malas combinaciones, a la vez que lo pelos mal llevados o las pintas ochenteras- además, porque los ochentas se están poniendo de moda. Sí, me molesta un poco la gente que escupe en la calle, a pesar de que los médicos del siglo XIX estén de acuerdo al decir que es lo más saludable del mundo, pues se libra de la flema que obstruye el pulmón. Sólo me molesta de vez en cuando la gente que sale a la calle con barros de punta blanca, primero porque me da un pánico hediondo-literalmente- saber que quizás explota en cualquier momento, y no quiero estar cerca; no obstante, reconozco que uno no controla esos impulsos cutáneos, a pesar de que sí puede controlar la fuerza de los dedos. Los carros a todo volumen oyendo trans pirobo me molestan, sí, pero la verdad los dejo ser como son: no es que uno sea criticón, es que la gente es muy criticable. Si no fuera por ellos, nos aburriríamos terriblemente, sobre todo porque no tendríamos frívolos temas de conversación.
Entonces, queda claro: soy tolerante.
Ahora bien, hay algo que ya no soporto: la cachucha de para atrás. Hace veinte años eso se veía muy bien, acepto que yo la usé mucho (tuve colección de cachuchas, de todas las marcas y diseños, y creí, ingenuamente, que se veían mejor de para atrás). Sin embargo, no es que me choque que la gente las use así ahora, no, para nada: lo odio. Bajando del segundo piso en las escaleras eléctricas, pasó un señor con una cachucha negra nike, hacia atrás. Díos Mío, dónde está la policía estética. Que alguien les diga: eso no se ve bien. De hecho, se ve muy mal.
Que para ellos haya cárcel inmediata; para los de los casos anteriores, que sólo haya llamados de atención.
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