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Mostrando las entradas con la etiqueta Parc de la Ciutadella

Berlin calling

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Desde siempre he pensado que el mejor indicador de una ciudad es su ausencia de adjetivo, en la medida en que se vislumbran en su naturaleza inefable. La primera vez que llegué a París ya había estado en el otro, en el imaginario, en el lo que luego se convirtió en materia de mi tesis. Como escribió Octavio Paz, visitar París era como releer los clásicos: siempre habíamos oído escuchar de ellos e intuíamos algún tipo de particularidad ya hecha evidente. Sobra decir que llegué con Rayuela bajo el brazo, y que me puse el abrigo entre mares de sudor a mediados de septiembre. Cuando conocí Barcelona por allá en el 97 la asocié directamente con el Port Olímpic, un vestigio de los juegos olímpicos que no tardaría en echarse a perder. De Londres recuerdo un atardecer a las cuatro y media de la tarde y del único hotel que encontramos con mis papás: una elegancia estrecha, oscura y fría—recuerdo, también, que pude usar el abrigo que el clima de París aún no me permitía. De Madrid recuerdo que...

El sentimiento de lo fantástico en el Parc de la Ciutadella

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El paseante que ingrese al Parc de la Ciutadella desde el Paseo Colón, con paso lento o rápido, con prisa o distensión, no tardará mucho en ver, a lo lejos, entre árboles y con aire de nefasta extranjería, al gran Mamut. Desde la primera vez que caminé el parque, la atención que me produjo no pasó por alto. Está situado al lado del lago, con sus dos grandes colmillos hacia el cielo, y un color que incluso en verano lo hace sentirse medianamente camuflado entre los tonos marrones del parque. Pero es un camuflaje apenas artificioso, es un ejemplo camaleónico venido a menos, porque es el ejemplo más claro de intromisión en un espacio al cual no pertenece. Replanteo la cuestión: el espacio circundante no le pertenece a él, puesto que, de manera sobresaliente, todas las miradas convergen en él, y se convierte así en el gran dueño de un terreno sacado de otro tiempo. El último Gran Mamut de Barcelona pasa sus largas horas posando en fotos que se esparcen por el mundo entero, y él con la gran...

Una esquina del Parc de la Ciutadella

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En el Parc de la Ciutadella, entrando por el costado que da con el final de Marques de la Argentera, encontré esta semana una escultura sumamente extraña, como lo son casi todas las fábulas griegas. Ahora en ambiente primaveral la escultura está rodeada por una atmósfera sumamente verde: desde la calle que dirige al párking hay un camino, a mano izquierda, formado por frondosos naranjos, encerrándola ópticamente en la distancia. Así, a través de las ramas que confluyen en el sendero, se vislumbra al fondo un círculo formado por 10 árboles, y uno más de dimensiones más pequeñas que, a pesar de tener un aire de intromisión, no atenta contra el orden general. Los diez-once- árboles forman un círculo perfecto en cuyo centro se encuentra una fuente, o eso parece ser, con aguas sucias. La fuente se encuentra debajo de la misteriosa escultura: un ave de grandes dimensiones, largas alas y pico largo y puntiagudo, posado encima de lo que parece ser un zorro, que a su vez parece estar en posició...