Un shuffle sentimental


¿Qué es preferible cuando se utiliza el iPod, oír una playlist o activar el shuffle songs? Definitivamente, tiendo cada vez más hacia el shuffle songs, y las razones son variadas. Estoy casi seguro de que la selección de canciones no se debe a un azar absoluto, a un capricho desinteresado de la pequeña máquina acompañante porque nada tecnológico puede optar por esto, máxime sabiendo que el mismo aparato tiene un contador preciso de cada una de las canciones que oímos. Sin lugar a dudas, debe tener algún programa que permita hacer la selección de canciones dependiendo de un logaritmo, algoritmo, ecuación, no sé qué, y qué importa. Estoy seguro de esto. Sin embargo, siempre que activo el shuffle songs, me gusta pensar lo contrario, lo primera opción tan fácilmente rechazada, precisamente porque desconozco el funcionamiento interno. En esta medida, me gusta pensar que mi iPod (que, ahora que lo pienso, al contrario de las bicis que he tenido, carece de nombre; sin lugar a dudas, habrá que hacer algo al respecto) sabe qué poner, en qué momento, por mi bien o por el suyo.
Mi iPod tiene cuatro mil setecientas canciones. Sería una ingenuidad pretender conocerlas todas, sobre todo sabiendo que, como mi ciudad, tiene esqinas que aún no he recorrido, tiene melodías que no conozco. No sé cuántas horas seguidas hay de música, si llegara a utilizar el shuffle hasta las últimas consecuencias; esto es, poner play, y no hacer nada hasta el momento en que se haya mezclado todo. Sin embargo, ¿cómo es posible que de esas miles de canciones, mi joven iPod decida "shufflear", de un disco que hacía meses no escuchaba, precisamente la canción que más me gusta, o más me recuerda un episodio en particular? Hace un par de horas: el disco Pump de Aerosmith, y la canción "What it takes". Claro, ochentas puro. ¿Pero por qué esa, y no cualquier otra que no hubiera reconocido? Otra situación: salgo en bici, hace sol, voy con buena energía, y todo está bien a mi alrededor. Shuffle songs: "Bajan", de Cerati. Entonces me rindo ante este azar tecnológico, y me convenzo de que hay algo detrás de esta supuestamente arbitraria elección. Llego a comprender que mi iPod, de alguna manera que no logro entender, reconoce mis estados de ánimo, aún antes de haber puesto "play".
Pero claro, no todo es así, siempre. A veces siento que mi iPod está en un mood completamente distinto al mío, y reconozco su tristeza, o reconozco su estado de desolación, no sé cómo decirlo, pero no cambio de canción porque siento que él mismo está utilizando el shuffle para poder comunicarse conmigo, o con quien quiera que lo esté utilizando. Y esto pasó precisamente el sábado, camino a la playa. Día soleado, el día armonioso, shuffle songs, como siempre en el bus, y el iPod cambia de rumbo: "There is no place in the world for me", de la banda sonora de Nacho Libre; "Leave me (like you found me", de Wilco, álbum Sky Blue Sky (elección muy sabia, precisamente porque en ese momento aún había un cielo azul playero); "The Rain Song", de Led Zeppellin. Lo más extraño ocurrió después, porque el cielo se empezó a nublar, y a la altura del Palau de la Virreina (sí, donde me robaron a Martina) decidimos bajarnos del bus, porque el día playero se había ocultado detrás de una gruesa capa de nubes.
Jamás lo sabré a ciencia cierta, pero ese día el iPod estaba en un mood melancólico, en crisis, sin encontrar un punto fijo en su cotidiana existencia. No iré tan lejos como para afirmar que el cielo se nubló precisamente porque sonaron estas canciones, claro que no. Pero sí me pareció una llamativa coincidencia, máxime sabiendo que, desde entonces, sólo me ha deleitado con canciones alegres.
Definitivamente, siempre optaré por el shuffle songs en vez de una playlist, por muy bien escogida que sea.

Comentarios

Unknown dijo…
El shuffle es la magia del ipod, definitivamente no es azar. Pasa también con las peliculas.

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