Un descuido repentino

Cuando preparo lecturas para la tesis doctoral, siempre obro de la misma manera: a medida que voy leyendo, extraigo las citas más importantes, esribiéndolas de una vez en un programa especialmente diseñado por un amigo. Ayer, preparando El campesino de París de Aragon, hice exactamente lo mismo. Al terminar una sección del libro, luego de haber tipografiado una docena de citas, el computador se apagó repentinamente, sin explicación. No fue un problema de luz, ya que el computador de mi compañero de oficina seguía zumbando monótonamente. Al encender el mío, comprobé lo inevitable: no se había guardado el trabajo realizado. Fue así como volví sobre la lectura, y vaya sorpresa la que me llevé cuando comprobé que había omitido una cita, quizás la más importante de toda la sección. Fue una página que dejé de leer por descuido, porque pude haber dejado el libro abierto y al retomarlo, sin darme cuenta, continué con su lectura en la página siguiente-valioso contaste, el libro como un pasaje, y caminar por él dejando de ver algún local en particular, precisamente lo que no le sucede a Aragon al atravesar el Passage de l'Opéra. Me demoré casi 30 minutos volviendo a copiar todas las citas, pero con la certeza absoluta de que esta vez no estaba dejando nada por fuera.
Este tipo de cosas suceden mucho. Si el computador no se hubiera apagado, no hubiera vuelto sobre la sección, porque entonces tenía la falsa certeza de que lo había leído a cabalidad. El computador me cobró media hora de trabajo de mecanografía dándome, a cambio, esa única cita que bien puede funcionar como pilar para el análisis de la sección. Cosas parecidas me suceden, por ejemplo, cuando ya estoy debajo de las cobijas. Recuerdo que dejé algo en el baño, entonces es salirse de la cama, caminar por el suelo frío, desperdiciar el calor que ya se había creado dentro de la cama, para darme cuenta de que, además del objeto que había olvidado, la luz del baño se había quedado encendida, o el inodoro había quedado botando agua. Algo que, de haber seguido así toda la noche, hubiera significado un desperdicio absoluto que fácilmente se puede ver reflejado en la cuenta bimestral.
¿Quién o qué apagó mi computador? ¿Dejé acaso el objeto inconscientemente "a propósito" en el baño al darme cuenta "sin darme cuenta" de que la luz había quedado encendida, o el inodoro botando agua? Sin lo uno jamás me habría dado cuenta de lo otro. De la misma manera que al no darme cuenta de una cosa, ¿cuántas otras habrán quedado para siempre en el olvido?

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