Adiós a Viladomat

Nada nos aterra más que un cambio de espacio. Los gatos-al igual que los hombres-, cuando entran en casa desconocidas, son fieles al suelo; reptan, en un acto en que tanto cuello, barriga y cola no se desprenden del piso. Es una reacción natural: no saben qué hay detrás del mueble, encima de la mesa, más allá de la lámpara. A medida que se relaciona con el espacio, empieza a caminar erguido, levanta la cabeza, sus orejas recuperan su "puntiagudez" de tal manera que se siente comprendido en el lugar. Luego de días, o incluso meses, se lanzará a la conquista de las alturas, y es entonces cuando lo veremos encima del armario de dos metros, desde la repisa del equipo de sonido, pasando de la cama a la silla con la naturalidad de un ilustre terrateniente.
Los novillos, al contrario, cuando se cambian de potrero, tienen un primer impulso espectacular: corriendo en manada reconocen cada una de sus esquinas. Por lo general es necesario trasladarlos porque el potrero en el cual se encuentran se ha quedado sin pasto. Pero en el momento del cambio, el pasto no es su preocupación; actúan bajo un instinto de curiosidad imparable por reconocer el donde estamos ahora. Las orejas se sacuden, los lomos pululan, y es la manada misma la que reconoce el espacio particular en el cual se ha insertado.
Esta tarde, a eso de las siete, comenzaré la mudanza de mi piso. Yo mismo, que entré por vez primera a esta mi humilde mansión Viladomat, yo mismo, que he visto entrar y salir personas como si fuera un abanico laberíntico, yo mismo, que amoblé sus esquinas, colgué retratos y arreglé daños, debo ser partícipe de su desocupamiento. Cambio de espacio que implica una relación íntima, un cambio fundamental. Me espera un viaje al pasado, un viaje a ese septiembre de 2004 cuando este piso y sus calles no me decían nada: la desnudez.
A partir de las 5 de la tarde, empezaré a desnudarme, a vaciarme de todo lo que he visto y anhelado, y guardarlo en ese pequeño baúl de recuerdos domiciliarios. Fotos, sí, me llevo en cantidad. Pero también me llevo el suspenso que implica el cambio de un "espacio interior", donde lo externo se refleja en lo interno, o algo así.

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