Al desocupado lector de blog

¿Cómo llegaste hasta acá, desocupado lector de blog?
Desde hace unos días instalé un contador, que me indica la hora y la procedencia de cada una de las visitas que ha recibido. Hay ciudades apenas comprensibles, como lo pueden ser Bogotá o Barcelona, pero luego está el terreno de lo ignoto, de la imaginación imparable, cuando veo otras visitas de El Hoyuelo, de Zaragoza, Lima, Entre Ríos y Caracas, etc. Ha caído alguna ciudad italiana, y también-para mi completo estupor- Dubai y algo de Lituania. Visitante fugaz, llévate un poco de esta lectura en tu camino incansable hacia el aniquilamiento del aburrimiento.
¿Qué te hizo tardar, qué te hizo darte tanta prisa? ¿Desde qué cuarto, desde qué hotel, desde qué parque vienes con tu desocupada mirada? ¿De qué color es tu aburrimiento? Después de todo, la carne sigue estando triste.
¿Quién eres, al otro lado de la pantalla? ¿Qué camino te trajo hasta este blog? ¿Acaso fue un link desde algún otro, acaso fue una entrada de google, acaso fue una recomendación furtiva? ¿Cómo será tu rostro, cómo serán tus manos, cuál será tu intención? ¿Cómo coincidimos en este jardín de senderos que se bifurcan? Perdidos, completamente perdidos en el reconocimiento ajeno, no me queda más que un par de datos estadísticos, y entonces comienza la aparente explicación, si entran dos de la misma ciudad desconocida será porque se conocen, si entra un minuto después será porque le habrán contado. Pero nada de esto vale, es un fruto del azar inexplicable, tan real como si nos hubiéramos topado en una esquina de la ciudad, y luego vernos entrar en el mismo café, o que hubiéramos compartido fila en el mismo bus público. Tienes mi nombre, pero no me des el tuyo. No me ayudes a saber si un blog es acaso un lugar solitario, un pasaje transitorio, donde el tiempo se detiene y luego se zambulle por una catarata inimaginable. O si acaso eres mi cómplice más latente desde este lado de la pantalla. No lo sé, y no me importa, desocupado lector; no me preocupa no conocer tu rostro, tus manos o intenciones.
¿Cómo llegaste hasta acá, desocupado lector de blog? ¿Qué curva virtual te desplegó en esta esquina de la entrada? ¿Qué hemos hecho para coincidir en esta misma palabra?

Tu le connais, lecteur, ce monstre délicat,
-Hypocrite lecteur,-mon sembable,-mon frère!
("Au Lecteur", Ch. Baudaleire)

Comentarios

JML dijo…
Ya que lo preguntas, caigo de culo en tu blog. Así como te lo cuento. Estaba leyendo a Vicente Verdú en el Boomeran(g) y encuentro tu enlace entre los comentarios sobre los padecimientos gástricos que acontecen en ese lugar que, al parecer, suelen visitar los íncubos. Tu blog parece interesante. Voy con un poco de prisa, pero prometo pasarme a menudo. A mí también me gusta rastrear a Dédalo (y a las Dédalas más aún).

Saludos
Camilo Hoyos G. dijo…
Gracias por tu comentario, y, tal como cuentas, en realidad "caíste de culo". No importa cómo se cae, siempre y cuando se caiga, ¿no? Qué bien que te parezca interesante. Ya nos seguiremos cruzando por estos pasajes cibernéticos.
7Ventura dijo…
Tengo tres cortos amateurs que son adaptaciones hipersencillitas de textos de Baudelaire.

Me apetecia presentarte una de ellas, "Las ventanas", poema de Baudelaire que para mi habla de El cine, aunque el poema fuese escrito mucho antes de que se inventara el cinematografo.

Lo puedes ver en

7potosi.blogspot.com

Ya me dirás que te ha parecido.
Gracias por tu atención.

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