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Mostrando las entradas de agosto, 2008

A la memoria de Simón Restrepo, por Lady Macbeth

Como si no bastara con decirlo, anunciarlo, desafiarlo, algunas veces incluso llegó a hacerlo. Me tomó de sorpresa y se abalanzó sobre mí con el ímpetu del adolescente sin prejuicios y me plantó un beso en la mejilla con todas las ganas de querer decir no solamente cuánto te quiero sino también, y especialmente, cuánto te vulnero. Y, como si me conociera de siempre, claro que me vulneraba. El primer día en el colegio, de regreso a mi casa, cargaba apenas con un par de certezas. La primera era que tal vez ese no era mi lugar, la segunda era que tal vez sí porque allí había descubierto a alguien llamado Simón. Va a ser mi alumno estrella, repetí ese día; usted no es mi alumno estrella sino mi alumno estrellado, le diría varias veces tiempo después. Y él se reiría a carcajadas y me diría entre líneas que no tenía ningún interés en ser el mejor y que la mediocridad para él no era el demonio que todos habían querido hacerle creer. Con qué dulzura me habría de recibir cada día, con qué sonri

Recordando a Simón

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Estimados estudiantes, profesores, directivas y servicios generales, Mucho he estado pensando desde el momento en que humildemente le pedí a Undécimo que me permitiera escribir esta carta de cierre e izada de bandera. En cierto sentido, la pedí ya que no podía guardar más silencio desde la fecha aquí conmemorada. Debo las palabras que por temor, miedo o tristeza no pude decir el día de la despedida. Esta es, pues, la deuda impune que hasta ahora tengo lugar y espacio de saldar. Desde pequeños siempre hemos recibido con amor y especial interés, llenos de alegría anhelo, el nacimiento de un ser querido. Todos los aquí presentes hemos ido educados para celebrar los comienzos, los nacimientos y las llegadas. Sin embargo, algo ha dejado de lado nuestra educación: no hemos sido educados para las despedidas. Por eso mismo, sentimos lástima en el momento en que acaba una película, en el momento en que acaba una fiesta, o cuando un disco que viene sonando alegremente llega a su ultima pista. E

Santi y Oli se casan

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Estamos acá reunidos para celebrar el amor. El amor de Santi y Oli. Es bien sabido que no hay sentimiento más puro y festivo que el del amor. No hay absolutamente nada que exalte más el alma, y restituya la imperfección de nuestra condición humana. Somos, pues, testigos de este amor— tanto de los años que han transcurrido, como de aquellos que ya vemos en el horizonte. ¿Pero qué es, en todo caso, una boda, un matrimonio, una unión? No es más que la afirmación de contener en sí mismo su “voluntad amorosa”. La voluntad amorosa es aquello que nos hace prometernos querer y desear amar a la otra persona durante toda la vida. Querer amar, desear amar: he allí la pulpa misma del amor. Porque la voluntad amorosa es aquella que nos permitirá comprender que el otro, el compañero, la acompañante, se encuentra “más allá de la Divina Providencia”. Por esto mismo, el amor que se declara no conoce de mundos lejanos, de continentes separados, o de cielos invisibles: infinito en sí mismo, quiere co