Santi y Oli se casan


Estamos acá reunidos para celebrar el amor. El amor de Santi y Oli.
Es bien sabido que no hay sentimiento más puro y festivo que el del amor. No hay absolutamente nada que exalte más el alma, y restituya la imperfección de nuestra condición humana. Somos, pues, testigos de este amor— tanto de los años que han transcurrido, como de aquellos que ya vemos en el horizonte. ¿Pero qué es, en todo caso, una boda, un matrimonio, una unión? No es más que la afirmación de contener en sí mismo su “voluntad amorosa”. La voluntad amorosa es aquello que nos hace prometernos querer y desear amar a la otra persona durante toda la vida.
Querer amar, desear amar: he allí la pulpa misma del amor. Porque la voluntad amorosa es aquella que nos permitirá comprender que el otro, el compañero, la acompañante, se encuentra “más allá de la Divina Providencia”. Por esto mismo, el amor que se declara no conoce de mundos lejanos, de continentes separados, o de cielos invisibles: infinito en sí mismo, quiere contener el universo amoroso en su corazón. Por estos motivos, no hay nada más hermoso que el amor, y nada más poético que la voluntad amorosa.
Que la unión que aquí atestiguamos jamás carezca de voluntad amorosa. En los corazones de Oli y Santi ya se ha configurado el hermoso sistema satelital de su amor sempiterno.
Muchas felicitaciones. Serán ustedes voluntaria y amorosamente felices.

Pamplona, 2 de agosto de 2008.

Comentarios

martín gómez dijo…
¡Ars amoris total, poeta!
Camilo Hoyos G. dijo…
Muchas gracias, poeta! Es Ovidio quien guía mis pasos...

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