Recordando a Simón


Estimados estudiantes, profesores, directivas y servicios generales,

Mucho he estado pensando desde el momento en que humildemente le pedí a Undécimo que me permitiera escribir esta carta de cierre e izada de bandera. En cierto sentido, la pedí ya que no podía guardar más silencio desde la fecha aquí conmemorada. Debo las palabras que por temor, miedo o tristeza no pude decir el día de la despedida. Esta es, pues, la deuda impune que hasta ahora tengo lugar y espacio de saldar.

Desde pequeños siempre hemos recibido con amor y especial interés, llenos de alegría anhelo, el nacimiento de un ser querido. Todos los aquí presentes hemos ido educados para celebrar los comienzos, los nacimientos y las llegadas. Sin embargo, algo ha dejado de lado nuestra educación: no hemos sido educados para las despedidas. Por eso mismo, sentimos lástima en el momento en que acaba una película, en el momento en que acaba una fiesta, o cuando un disco que viene sonando alegremente llega a su ultima pista. En otras palabras, no hemos sido educados para la muerte. Álvaro Gómez, en una de sus últimas entrevistas, confesó que ya la estaba esperando porque sentía una curiosidad tremenda. Borges tiene un poema dedicado enteramente a la suya. Pero para nosotros, la muerte llega, y nos causa estragos personales, os deja con los brazos cruzados sin saber muy bien hacia dónde mirar, y pensamos mil veces en las lecciones de ciencias, donde desde siempre nos han enseñado que la vida es un ciclo— desde el agua que tiene que caer para volver a ser lluvia, desde la energía que jamás desaparece porque siempre asume una nueva forma, para finalmente volver a su estado original, el sol que se tiene que ocultar para dar nacimiento a un nuevo día. Pero cuando de la vida se trata, no podemos entender que, así como comienza, también tiene un final.

Sin embargo, aquello que jamás tiene fin es la obra de arte, y en eso quiero hacer especial énfasis, ya que en este momento no estamos despidiendo a nadie, sino que estamos entendiendo, leyendo, analizando y apropiándonos de la obra de arte que es —nótese el verbo en presente, jamás en pasado— Simón.

El curso de inglés dictado el año pasado a décimo tomó un rumbo específico desde el momento en que leímos The Picture of Dorian Gray. Como empedernido profesor de literatura, siempre intento, en esto me pueden respaldar los estudiantes que hasta ahora he tenido, que la literatura, y el arte en general, tenga una utilidad práctica, así sea en un mundo ideal. Por eso mismo enseñé y enseñaré la importancia de volverse héroe a pesar de no tener las facultades básicas, de entender el concepto amoroso de un texto del renacimiento, o de, en lo que aquí nos incumbe, de amar más la vida luego de haber leído un libro que precisamente invita a vivir la vida hasta sus últimas consecuencias, como seres llenos de sentido que somos.
Aprovechar la vida es un tema viejo en la literatura. Basta recordar unos versos de Gracilaso de la Vega, poeta del siglo de oro español, en el que dice

Coged de vuestra alegre primavera
El dulce fruto, antes que el tiempo airado

Cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,

Todo lo mudará la edad ligera,

Por no hacer mudanza en su costumbre.


Esto, a su vez, es aquello que se tiene una sola vez y aquello que Dorian Gray como lo verán los estudiantes de décimo del presente año, tuvo posibilidad de tener, a pesar de ciertos riesgos y atrevimientos. En su primer encuentro con Lord Henry, éste le dirá algo que le cambiará la vida, lo mismo que les digo a todos en este mismo momento, sin importar la edad:
Live! Live the wonderful life that is in you! Let nothing be lost upon you. Be always searching for new sensations. Be afraid of nothing… A new Hedonism—that is what our century wants.

Esto, a su vez, es un eco vital de Walter Pater, otro famoso crítico inglés de arte de finales del siglo XIX: “To burn always with this hard, gemlike flame, to maintain this ecstasy, is success in life”.
Simón, siguiendo estos parámetros artísticos, es are puro y puro arte. Vivió su vida hasta las últimas consecuencias, estuvo siempre buscando nuevas sensaciones, y jamás, a lo largo de su corta, artística y poética vida, dejó de lado un solo impulso vital. Por esto mismo, Simón vive siendo artista dentro de todos nosotros, sigue viviendo la vida de todos los colores y sensaciones.
A veces siento que Simón tenía más claro que todos nosotros lo que es el ciclo de la vida. A veces creo que, implícitamente, sabía de memoria esos versos de Walt Whitman que le escribí al Undécimo ya graduado, en los cuales el poeta se pregunta acerca de sí mismo y de la vida, sabiendo cuán corta es, y llega a la conclusión de que él existe, que la poderosa obra de teatro que es la vida sigue en escena, y de que todos nosotros somos capaces de contribuir con un verso. Me atrevo a decir que Simón, en mi caso particular, no contribuyó con un verso: contribuyó con incesantes e inmarcesibles poemas de juventud.
Junto con los estudiantes de octavo vimos la película Dead Poets Society, y creo que de allí podemos sacar provecho en este discurso. Mr. Keating, profesor de literatura que a todos nos ayudó a vivir en cierto momento, le recuerda a la calse una frase de Henry Davd Thorau de su libro Walden: “I went into the woods to suck the marrow out of life.” Para los que no recuerdan bie su lección de biología, la savia es el líquido que circula en las plantas y árboles, del cual toman las células las sustancias que necesitan para su nutrición. Esta es mi invitación, el gran legado que nos dejó Simón a todos: consumamos de la savia de la vida.
Por último, recurro a una frase de Bob Marley que estoy seguro de que a Simón le llegaba hasta el fondo del alma: “Emancipate yourself from mental slavery, none but ourelves can free our minds”. Uno de os últimos trabajos que presentó Simón en su clase de inglés está titulado “Youth and War”, y en él decía que

Unfortunately for me, my generation is one of the most retrograde I have ever seen or heard about. There are people in our sides (closer than you can imagine) that don’t accept the gay people, you can also see racism and snobbism between youth people with the ones you spend many time What alarms me the most is to see people that alter seeing millenniums of war can think that war still being an option, and what is worst, the argue (using for example de Colombian war) that we have been peaceful to the day and that now we should see the “new” ways of war.

Al escribir esto, Simón apuntaba precisamente a la rase de Bob Marley: emancipémonos de la esclavitud mental, y busquemos nuestro propio camino. Eso mimo dijo Robert Frost en su ya famoso poema: “Two roads diverged in a wood, and I—/ I took the one less traveled by,/ And that has made all the difference.” Dejemos de lado las ideas milenarias que nos obligó a creer la sociedad, que nos hace creer en propagandas o panfletos de etiqueta, y busquemos nuestro propio camino. Vivamos a nuestra manera, tengamos pasiones, arriesguémonos, seamos libres, tal como Simón nos enseño en su corta vida. Por esto, no me sorprende que uno de los últimos libros que leyó fue On the Road de Jack Kerouac: buscaba su propio camino.
Con esto cierro esta intervención de Izada de Bandera. Me disculpo de antemano por haber llenado este discurso de citas de obras literarias, pero no se me ocurrió otra manera de rendir homenaje a un artista que con el arte que él tanto amó. Por mi parte, me despido con la convicción de haber tenido como estudiante a Dorian Gray, quien siepre será joven en mi memoria, quien siempre será una obra de arte dque estaré dispuesto a leer por el resto de mi vida, y a vivir hasta las últimas consecuencias.

La Calera, septiembre 8 de 2003

Comentarios

lady macbeth dijo…
Me atropella otra vez esta ausencia de Simón que es más grande que el olvido, más terrible que el silencio, más dolorosa que su fin. Cuántos años debe tener un ser humano para que su tiempo se termine, para que cada cosa que ha hecho de repente sea la última y ya, se acabó, si lo viste ya no lo verás más, si le hablaste esa fue tu última palabra, si no le dijiste que lo querías ya nunca será posible hacerlo. Quien haya inventado la muerte deberá ser condenado a la vida eterna.

Agosto 29 de 2003
lady macbeth dijo…
Me rehúso a tu ausencia cargada de voces que apenas evoco se desvanecen, efímeras, en aquello que he dado en llamar tu recuerdo. Me niego a tu sombra dibujada en mi almohada, a tu sueño de ser otro, a tu afán por devorar hasta el último aire de la existencia. Rechazo tu adiós entre velas y flores, entre cantos amigos y sonrisas vanas. Repudio la necesidad de invocar la última vez que te vi, el último gesto de afecto, aquel abrazo que te di y del que no puedo recordar la razón ni el contexto, tu pésima ortografía y esa tendencia extraña a escribir como si la letra fuera una procesión de cátaros o valdenses, o quizás un éxodo de leprosos. Desprecio las veces que pudiendo haberte visto no te vi, que pudiendo haber dicho una bonita palabra la cambié por gestos de reprobación. Repugno tu belleza echada al olvido, tu encanto fugaz, tu amor de colegio ofrecido en cualquier parte, tu beso desprendido a media mañana como si la vida no fuera más que eso, dejarse amar. Me rehúso a creer que no podré volverte a ver. Me niego a esta tierra que tus pies ya no pisarán. Me opongo a tu muerte con toda la rabia, con toda la vida que aún tengo por vivir, con todas las ganas de quererte para siempre y con esta otra dimensión del dolor que he descubierto por ti.


Junio 3 de 2003

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