Bilis negra
Sin siquiera darme cuenta, de un momento a otro, vuelve sobre mí la sensación amorfa, monstruosa, minotaurica. No hay lenguaje alguno que logre sobrellevarla— en estos momentos rasgo el fondo de mi pensamiento, extraigo de él una esencia invisible, inexpugnable, etérea—, y el cuerpo es partícipe de aquello que tan solo se siente en el interior, en ese cuerpo que nunca hemos visto, en esa carne que está triste y en ese líquido negro que se había escondido tras la coyuntura de algún hueso del pasado. ¿Cómo es posible tanta sorpresa, cómo es posible esta catarata de imágenes que me vuelcan sobre el pensamiento melancólico? Me duele alguna parte del cuerpo, pero me duele precisamente aquella de la que carezco. Adolesco de mi propia prótesis, y es allí donde se concentran mis desventuras. He escuchado muchas veces a recién amputados que sienten el fantasma del cuerpo ausente; sienten una rasquiña en la palma de la mano que ya dejó de formar parte de su cuerpo, sienten un calambre en las pan...