Cigala
Hay algo en la voz de El Cigala que me desgarra por dentro. Siento nostalgia por parajes jamás apreciados, siento melancolía por cinturas nunca abrazadas con el fuego de la ternura. O quizás es su apariencia como tal: tuve oportunidad de ver su DVD con Bebo Valdés, a eso de las tres y cuarto de la madrugada, luego de un par de rones en La Heróica. Fue como si el DJ supiera lo que me amparaba el destino, como esos chamanes amazónicos que antes de saludar dicen Desde siempre supe que vendrías, ya que no habíamos tomado el siguiente ron y el pelo oscuro de Diego, sus ojos entrecerrados como esperando una tormeta melódica, y las manos de algodón de Valdés me recordaron todas aquellas cosas que aún no conozco, la lista que no me ha sucedido, el cantaor en mí que jamás he conocido.
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