Un encuentro fortuito

Hace un par de días, pasando justo al frente del Mercadona. Aterrizó en mis gafas algún tipo de insecto que no logré reconocer de inmediato. Como no llevaba ninguna bolsa, simplemente me llevé la mano derecha hacia la cara, y sacudí el aire pensando que era algún mosquito volando al frente. Pero no fue así, porque se encontraba entre el lente y mi ojo, pequeño, demasiado pequeño como para ser una amenaza. Como era apenas evidente, a tan corta distancia no podía ver nada. Así que me quité las gafas, y ahí la vi, una pequeña araña que caminaba a gusto, fue y volvió unas dos veces, hasta que de repente, usando ese dinamismo que sólo le corresponde a las arañas, suspendió el mundo que nos rodeaba alrededor suyo, y descendió un par de centímetros, pero muchos para ella. Elevé las gafas, para ver de más cerca el mismo movimiento, la suspensión, la fijeza de la mirada en un punto exacto en movimiento. Tenía el lomo bermejo, o eso creo. Tenía la apariciencia que dan todas las arañas pequeñas, que es estar en la mitad de alguna empresa, atareadas por tener que llegar hasta algún sitio, como las tortugas. Ya estaba al frente del andén de Diputació, y una camión pasó al frente nuestro levantando el aire y llevándose el viento, y entre los dos salió elevada la araña, yéndose quién sabe a qué gafas ajenas, a qué hojas de helecho. Luego, me pregunté ese tipo de cosas que siempre me pregunto: ¿cuánto tuvimos que hacer la araña y yo para coincidir justo en ese lugar, ella descendiendo quién sabe de dónde, yo subiendo de la uni?

Comentarios

Anónimo dijo…
Es un honor que un bichito así venga a aterrizar en nosotros y no huya. No infligirle miedo.
En ese momento que nos visita sólo existimos él y su plataforma.
Siento una alegría parecida cuando salgo al jardín y los zorzales no huyen despavoridos.
JUANAN URKIJO dijo…
Me ha encantado que de un hecho intrascendente y, aparentemente, nimio, hayas elaborado una simpática historia. Te he seguido el hilo, con mucho interés. A ti y, claro está, a la araña.

Salut company!
Camilo Hoyos G. dijo…
Amalia,
Es verdad que, en ese momento, sólo eres tú y el bichito. Es así como todo lo demás se anula, y predomina precisamente esa exacta escena. Gracias por tu comentario.
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Dédalus,
Gracias por reconocer precisamente lo que intenté hacer: desarrollar la nimiedad hasta un punto, exactamente allí, desprenderlo hacia algo más grande. Gracias, gracias.

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