El secreto de Emma de Barcelona
Jamás había visto un jardín así de escondido. Más de una vez había pasado por esa misma calle, subiendo en contravía en bici, apenas a una cuadra de la estación más cercana, y sí había visto la obra, las mallas largas y polvorientas, y algunos trabajadores azotando el pavimento con pesadas máquinas, pero jamás supuse que detrás de esa puerta metálica se escondía un secreto absoluto. Secreto puesto que jamás esperaría ver esa estatua de mujer meditabunda, con los brazos en cruz, encerrada en un círculo exhuberante de verdor, con la mirada perdida en alguna parte del horizonte cortado. La monja Emma está en un escenario circular, y sorprende que el caminante que descubre el jardín no la descubrirá a ella hasta situars e desde un ángulo preciso. Todo el ambiente es misterioso: una pequeña entrada desde la Calle Comte Borrell, difícilmente apreciable sino es para quien va en bici o caminando, y cuenta con algunos segundos para entrar por el largo corredor de carretera destapada para encont...