Old father, old artificer
En estos tiempos magníficos, le cedo mi voluntad y destino al azar, qui seul parmi les divinités a savait garder son prestige. De nada me sirve planear encuentros, si me niego a vivir en un mundo profano. De nada sirve empujar, elucubrar, planear: lejos de mí están las ínfulas de un ingeniero urbano. No soy yo quien crea el encuentro, la rencontre, la sensación, la sorpresa. Mi única amante es el azar, que tiene ese cuerpo que adopta siempre tantas caras. Azar, mantenme siempre bajo tus alas, resguárdame de la vida precisa, meticulosa, planeada. Déjame en el punto justo y preciso del encuentro amoroso, y entonces desaparece para siempre. Pero ahora me rindo ante ti, humilde y observador, para que hagas de mi vagabondage una aventura en el bosque.
París, 5 de febrero de 2009
París, 5 de febrero de 2009
Comentarios