Uno de los muchos mapas

La labor de rastrear a Dédalo implica necesariamente sorprender mapas literarios, escultóricos, arquitectónicos, poéticos, visuales. Como los rastreadores de antaño, poner el oído sobre la tierra para escuchar sus pasos, mirar verbalmente los texos para rastrear y ser rastreados. He ahí la razón de la inclusión de este texto.

23. El alma de la piedra
El artista prometeico necesita imaginar la caída porque en ésta encuentra la plena justificación de su reto. Al conceder un valor absoluto al arte- una ciega esperanza en la salvación por la belleza-, inevitablemente se desliza hacia una conciencia apocalíptica en la que su fracaso, previsto desde un principio en el fondo de su corazón, adquiere forma de energía trágica: la suprema consolación de anticiparse a la derrota en su duelo con la muerte.
No podríamos encontrar un jugador más audaz que Miguel Ángel. Reúne las mejores condiciones porque sabe ser todo fuego y, al unísono, todo hielo. Es un luchador nato, agresivo, casi rudo, pero también es frío, cerebral, fiel al predominio de la mente. La belleza es puramente intelectual, las formas perfectas yacen en un universo ingrávido. Nadie, entre las huestes platónicas, se ha atrevido a defenderlo tan rotundamente: lo bello es especral. Nadie, por supuesto, que al mismo tiempo haya dedicado su vida a la posesión terrestre de lo bello.
Ahí está asentada la más hermosa paradoja y desde ella desciende el artista a la palestra imposible. Ahora ya todo es únicamente lucha. La mano contra el mármol, la voluntad contra el temor al propio espejismo. Abrir la piedra, arrancarle su piel y su carne para buscar el alma. La misión del escultor es rescatar el alma de la piedra. En ella está el alma del mundo.

Rafael Argullol, El fin del mundo como obra de arte. (Acantilado, 2007)

Comentarios

Hant´a dijo…
No sé si alguna vez ha leído "Una soledad demasiado ruidosa" de bohumil Hrabal. Creo que algo, mucho en realidad, de ese "rescatar el alma de la piedra" atraviesa ese libro. Si sí lo ha leído sobra la recomendación. Si no, léalo, léalo pronto, creo que será un descubrimiento y como veo que le gustan las epifanías; joyce, wilde, poe, etc., se lo recomiendo aún más.

ahí va un pedazo:
"yo, cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos"
Camilo Hoyos G. dijo…
Hant´a, muchas gracias por tu comentario y recomendación. Por lo que allí citas, creo que valdría la pena conocerlo, porque no lo he leído. Cuando las labores de la tesis doctoral me lo permitan, te aseguro que ahondaré en el texto: suena epifánico.
Muchas gracias por pasarte por acá, un saludo.

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