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Recordatorio: la sabana de Bogotá, siempre lluviosa. Las nubes forman un molde invisible en el cual la lluvia invierte la lógica del "buen tiempo" y del "mal tiempo". ¿Quién decidió otorgar estas categorías? No podemos negar la esporádica
necesidad de la lluvia: a veces un día soleado es como una camisa mal planchada. Hay algo místico, ascético en ese molde de la sabana: en no poder quitarnos el manto que no protege porque, de hacerlo, nos privaría de la esencia misma, que no es más que la lluvia.
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