Esperando a Morfeo
Mi sueño, como intuyo que el de cualquier otro mortal, es caprichoso. Hay épocas en las que lo concilio de inmediato, sin siquiera pensar que me estoy durmiendo; pero hay otras en las que me veo como un espectador pasivo en el juego que necesariamente implica la llegada del sueño, como me ocurrió precisamente anoche. Ya había pensado en escribir algo que estuviera relacionado con la llegada del sueño, y ayer, precisamente, experimenté de nuevo lo opuesto a aquello sobre lo que quería escribir, que es la pasividad absoluta, la gélida situación que es estar en cama, durante más de dos horas, a la espera, no precisamente de Godot, pero en este caso de Morfeo. Y no, no me refiero al insomnio, porque éste tiene un lenguaje en particular que, ajeno a toda lógica, nos debilita en el momento de enfrentarlo: las decisiones son imperceptibles, nos sentimos desahuciados, como niños pequeños. Pero ayer fue distinto, porque en realidad quería dormirme, luego de haber sentido que el sueño estaba lle...