El azar objetivo
Como siempre, un viaje a París es más que un desplazamieno físico. Es volver sobre un libro medianamente leído, con la gran ventaja de enfrentarse al libro de arena de Borges. Sé que esto no pasa únicamente en París, puesto que muchas otras ciudades cuentan con la increíble facultad de representarse y recrearse a sí mismas. Con París me pasa siempre igual: olvido sus calles cuando no estoy allí, y pasa a formar parte de un recuerdo literario, de una conversación mantenida con las eventuales dificultades mnemotécnicas. Sin embargo, y he aquí el encanto, siempre que vuelvo emprendo el mismo recorrido: desde el boulevard Saint-Michel por la rue Soufflot hasta el Panteón, luego la plaza St. Jacques y la rue de l'estrapade, hasta la plaza de la Contrescarpe y bajar por la Mouffetard hasta dar con la Avenue des Gobelins y encontrarme de frente, muchos minutos después, con la Place d'Italie, y entonces volverme y ver como una silueta imperiosa el Panteón, y más lejos la torre. A medid...