Problemas con Martina

Durante dos semanas, estuve pensando todo el tiempo que algo le pasaría a Martina. Cuando salía de mi casa, lo primero que hacía era revisar las llantas, a lo lejos: notar la altura del suelo, la llanta dentro del rin, el neumático ejerciendo la presión necesaria. Bien sé que ha dormido en lugares inusuales, y nunca le ha pasado nada. Pero esta vez fue distinto. Creí que tendría que ver con el arreglo de los cambios, que me salió en veinte euros. Pero no. Esta mañana todo se desveló: amaneció con una llanta desinflada. Es bueno, porque significa que esas corazonadas sí existen; es malo, porque no tendré bici sino hasta el lunes.
En todo caso, la sensación profética se cumplió.
Ergo, hay correspondencias con un mundo invisible.

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