París: ritmos de una ciudad


Llegó a mis manos, luego de una logística que sólo puedo calificar de afortunada, el texto del libro París: ritmos de una ciudad, escrito por Cortázar y acompañando unas fotos de Alecio de Andrade. Al ver que su encuentro en Barcelona sería sencillamente imposible, me puse en contacto con Álvaro Castillo, librero reconocido y dueño de "San Librario", en Bogotá. Gracias a él ya había conseguido otro libro de Cortázar, y por eso pensé que me ayudaría de alguna manera. Y no fue una iniciativa estéril, puesto que, una vez le dije el título, él mismo me repitió el año, la editorial, y demás datos bibliográficos. Me dijo que el libro era prácticamente inconseguible, y que él había visto solamente tres en su vida, dos de ellos acá en España. Caí en cuenta, entonces, de que me estaba enfrentando con uno de los grandes mitos bibliográficos cortazarianos. Castillo, de inmediato, me ofreció otros dos textos que llamaron mi atención rápidamente, y le pedí que me los reservara, hasta que mi hermano fuera por ellos. Y él, en un gesto piadoso, amable y dulce, se ofreció a fotocopiarme el texto completo del libro- gracias a lo cual comprendí que uno de esos tres ejemplares que había visto reposaba en su biblioteca particular. Entonces luego fue pura tecnología: lo fotocopió, mi hermano los recogió, y luego los pasó por el scaner. Ayer, a las 11 de la noche, recibí el feliz mail.
Acabo de terminar su lectura. Antes de cualquier disertación, análisis o valoramiento, quiero compartir acá dos citas, que llamaron mi atención de manera inmediata, como un rayo luminoso. No es gratuito, como se verá, que escriba precisamente esta cita, viniendo especialmente de Cortázar, luego de no hace mucho haber estado en París:


Por muchas puertas se entra en la ciudad, y si es bello dejarse llevar por un invisible péndulo de rabdomante que livianamente nos empuja hacia esa o aquella esquina para inclinarnos luego a rumbos y zigzagueos y a retrocesos y hasta a resultos bumerangs que nos devuelven al punto de partida, también existe esa más definida manera de avanzar pisando las huellas de alguien que habitó ese barrio y nos lo dejó desde versos o crímenes o piezas de hotel; imaginar que se siguen sus pasos, que se está mirando y viendo desde sus ojos, que la elección que hacemos en un cruce de calles pudo ser más de una vez su elección, todo eso acendra y aguza la ciudad en cada instante y cada situación, acorta las diferencias y nos arranca a nuestro tiempo para privilegiar los contactos y los reconocimientos. Dejarse ir sin miedo al anacronismo en una época en que los habitantes de la ciudad ceden a un presente contaminado por el smog de las modas más efímeras; como siempre, claro, pero precisamente por eso jugar al dandysmo del verdarero retro, y entonces ser Lautréamont, ser Lacenaire, ser Nerval en esos barrios húmedos de sus sombras esquivas, sólo dadas a pocos gatos y a pocos viajeros: de pronto hay otra manera de ver, las elecciones se vuelven diferentes, la razón de la marcha cesa de ser la marcha de la razón pàra volverse pacto, cita, recurrencia. Basta haber querido vivir una noche de Baudelaire en la isla de Saint-Louis para que la persistencia de un pasado que escapa a los que duermen brote de las piedras y los muelles, anule los cambios urbanos y urda la trama de otra noche, de otra madrugada. En algún momento los pasos tendrán otro sonido en el pavimento, el vino que beberemos en un mostrador jugará otra alquimia en nuestra sangre. (París: ritmos de una ciudad. Edhasa: Barcelona, 1982)

Comentarios

UniversoFF dijo…
La ciudad de paris es hermosa, bella, atractiva, lo unico que no me convencio fue disney land paris resort, preciero la warner bros, pero a pesar de eso, si vas a paris te enamoras de la ciudad, torre eiffel, louvre, arco del triunfo ... es todo tan hermosooo Paris
maria dijo…
me encantaría poder leerlo/verlo,
¿crees que podrías hacermelo llegar aunque fuera mucho pedir?
estoy segura de que vale tanto la pena..
en todo caso, gracias

maria.

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